Las negociaciones de paz que se llevaron a cabo en la Primera Guerra Mundial fueron determinantes para cambiar el transcurso de la historia. En ellas, así como durante el conflicto bélico, la comunicación entre los líderes políticos y militares de ambos bandos constituyó un factor imprescindible para llegar a los primeros acuerdos.
Cerca de setenta jefes de Estado y de Gobierno conmemoraron ayer en París el centenario del armisticio entre las potencias aliadas que habían participado en la Primera Guerra Mundial y el entonces existente Imperio Alemán.
Fue, precisamente, el 11 de noviembre de 1918 cuando se firmó el Armisticio de Compiègne, que constituiría el fin parcial del enfrentamiento directo que se había producido desde que se asesinase al heredero de Austria-Hungría en Sarajevo. Después de cuatro años de conflicto, la corneta que sonó a las 11 de la mañana de aquel día anunciaba que la guerra quedaba en suspenso.
El tratado se firmó en el vagón de un tren en el Bosque de Compiègne (Francia) por parte de mandos militares y líderes políticos representantes de los países aliados y de Alemania. Allí se estableció, entre otras cosas, la retirada de las tropas alemanas en los frentes occidental y oriental, y la renuncia de algunos tratados anteriores.
Este armisticio no implicó un acuerdo de paz definitivo sino más bien un alto al fuego, por lo que este solo fue un primer paso en las negociaciones tras comunicar Alemania que su situación militar era insostenible. Así, el conflicto no finalizaría oficialmente hasta 1919 con la firma del Tratado de Versalles.
Una de las figuras más importantes en estas conversaciones fue la del presidente estadounidense Wilson por dos razones: lideraba el país que se postulaba como la gran potencia dominante y sus propuestas iban más allá de la guerra pensando en el futuro inmediatamente posterior a la misma. Así, ya en los primeros meses de 1918 había hecho público un plan de 14 puntos que constituía el punto de partida de la negociación.
A lo largo del conflicto y durante las negociaciones de paz las comunicaciones entre los aliados y los bandos enfrentados se llevaron a cabo a través de distintos canales. Por ejemplo, los teléfonos permitían que las distintas unidades militares se comunicasen en el campo de batalla gracias a largos cables extendidos a lo largo de las trincheras.
Por otra parte, la radio comenzó a utilizarse como complemento a los telegramas y fueron realmente útiles en las transmisiones en alta mar. Además, el ejército británico desarrolló canales de comunicación visual como la lámpara de parafina para enviar mensajes a través del código Morse, una técnica que facilitó la comunicación a distancia y que resultó ser muy eficaz.
También hay que tener en cuenta a los propios medios de comunicación de la época, los periódicos. A través de sus páginas la prensa hizo llegar a toda la población la noticia de que se había firmado, en este caso, un tratado de paz. Con ello, se generó un revuelo y expectación social que, sin duda, también influyó en las decisiones que se tomaron después.
Estas negociaciones de paz, más allá de los posibles contactos que se desarrollaron a lo largo de toda la Primera Guerra Mundial, constituyen un ejemplo claro de cómo la comunicación y el discurso político pueden cambiar el rumbo de la historia.
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