El 23 de febrero (23-F) de 1981 la recién estrenada democracia española se vio en peligro por unas horas tras el intento de golpe de Estado perpetrado por un grupo de militares.
El Congreso de los Diputados acogía el 23 de febrero de 1981 la segunda votación de la sesión de investidura de Leopoldo Calvo Sotelo tras la dimisión de Adolfo Suárez un mes antes. Nadie se imaginaba que aquel día el sistema democrático español puesto en marcha unos años antes se pusiese en jaque y tampoco que un discurso emitido por televisión fuese el principal detonante del fracaso del golpe de Estado del 23F.
Apenas empezada la ronda de votación se puso en marcha la llamada Operación Duque de Ahumada y un grupo de doscientos guardias civiles armados encabezado por el teniente coronel de la Guardia Civil Antonio Tejero irrumpió en el hemiciclo.
“Cuando estábamos en la votación oí un disparo fuera del hemiciclo y pensé que habría sido algún escolta. Luego entró un Guardia Civil uniformado que se subió a la tribuna”, recordaba en el último Foro Next el periodista Rafael Luis Díaz, que se encontraba retransmitiendo la sesión de investidura en directo para la Cadena Ser.
Entonces, el vicepresidente del Gobierno y teniente general del Ejército de Tierra Gutiérrez Mellado se levantó de su asiento y ordenó al teniente coronel Tejero que le entregase el arma. Tras un pequeño forcejeo en el que quiso intervenir Adolfo Suárez, se efectuó un disparo al aire que fue seguido por otros tantos.
En la incertidumbre que se creó el 23F “muchos creíamos que quienes habían entrado era un comando de ETA”, relataba Rosa Villascastín. A los pocos minutos la situación se estabilizó y el poder que tiene la comunicación se convertía, casi sin quererlo, en uno de los elementos clave para poner fin a esta delicada situación.
Mientras las distintas capitanías militares de España dudaban entre apoyar el golpe o no hacerlo, un equipo de Televisión Española se dirigía al Palacio de la Zarzuela para grabar en el despacho del Rey Juan Carlos un mensaje que sería televisado una hora más tarde. En él, el Rey, como Capitán General de los Ejércitos, se posicionaba en contra de los golpistas:
“La Corona, símbolo de la permanencia y unidad de la patria, no puede tolerar en forma alguna acciones o actitudes de personas que pretendan interrumpir por la fuerza el proceso democrático que la Constitución votada por el pueblo español determinó en su día a través de referéndum”.
Este breve pero conciso mensaje fue el punto de inflexión que llevó a que el golpe fracasara. Pero no fue solo el contenido del discurso lo que convenció a la sociedad española de que la situación estaba controlada y a los militares sublevados de que ese no era el camino a seguir. Un vestuario lleno de intenciones, un escenario institucional, y la contundencia y seriedad en la actitud del orador contribuyeron a que el mensaje se transmitiese con éxito.
Hasta la emisión de aquel discurso por televisión, los españoles pudieron informarse de lo que ocurría el 23-F gracias a la retransmisión en directo de un medio que parecía estar en declive frente a la televisión. Rosa Villascastín señalaba en la presentación del libro Los periodistas estábamos allí para contarlo que “nunca se había escuchado la radio tanto como aquella noche. Gracias a la SER se supo qué es lo que estaba pasando”. Puedes escuchar la retransmisión entera aquí.