MANUEL RAMOS. Los alumnos de España, Ecuador y Panamá, Eduardo González Sánchez (10), Paula Lara Guzmán Lechón (9,5), Paula Silvia Morote Nieto (9,5), Kemy Loo (9), Arantza Moreno (9), María Paulina Puga Davila (9) y Carlos Paredes (8,75) han sido los estudiantes de los Másteres de Comunicación de Next Educación que han alcanzado mejor nota en su trabajo sobre la conferencia y debate con Borja Cabezón, candidato del Gobierno a presidir Casa América (Madrid), ex director de Asuntos Nacionales en Presidencia del Gobierno (Moncloa) y ex parlamentario socialista en la Asamblea de Madrid, además de secretario general de su partido en Majadahonda (Madrid). Aunque todos los trabajos alcanzaron en general un buen nivel, los tres artículos que consiguieron mejor nota son los siguientes:
El tono en la Comunicación Política. EDUARDO GONZALEZ SANCHEZ. El ponente, Borja Cabezón, comienza su intervención con una pequeña presentación de su trayectoria política y profesional. Se afilió al PSOE a la edad de 18 años y ha ocupado varios cargos públicos y políticos desde entonces, siendo los más relevantes los de candidato a la alcaldía de Majadahonda; Secretario General del PSOE de Majadahonda; Director General de Asuntos Nacionales en el gabinete de la Moncloa, director de campaña del candidato del PSOE a las elecciones autonómicas en Madrid en 2019 y actual candidato del Gobierno a presidir la Casa América. En el ámbito privado, fundó una empresa de energías renovables, una actividad que ha combinado e intercalado con su carrera política.
A modo de introducción de la clase, el ponente expuso varios temas de actualidad, que generan cierta controversia y debate en el entorno de la opinión pública, tales como la existencia de mecanismos de democracia interna en los partidos políticos y el papel de las redes sociales en el panorama comunicativo actual. En relación con la primera cuestión, Cabezón utiliza a su partido para explicar y justificar los mecanismos de elección de altos cargos (“un militante, un voto”). En segundo lugar, resulta muy ilustrativa la explicación que ofrece sobre el uso de las redes sociales por parte del entorno del ejecutivo nacional para fortalecer su imagen y evitar ataques externos e internos.
Cuando se detiene en las campañas electorales, realiza una distinción entre la campaña tradicional y la digital. Si bien las redes sociales están cobrando un peso cada vez más significativo entre la población joven y de mediana edad (llegando incluso a sustituir a los medios de comunicación convencionales en los próximos años, según el ponente), lo cierto es que, atendiendo a la pirámide poblacional actual, encontramos un amplio espectro de población, principalmente personas de edad avanzada, que no emplean las redes sociales para informarse en su día a día. Esto significa que los medios de comunicación tradicionales (radio, televisión y prensa) continúan ejerciendo una influencia muy determinante en la opinión pública.
Siguiendo con los medios de comunicación, hace especial énfasis en que la relación entre periodistas y Gobierno debe ser fluida y contante. Sin embargo, el experto echa en falta una ética comunicativa más robusta y eficaz: “Lo fácil sería decir que los políticos quieren controlar a los medios (y puede que haya sido así en algunos momentos históricos). Sin embargo, lo cierto es que en muchas ocasiones los medios de comunicación han intentado ejercer su influencia sobre el gobierno de turno”. También destaca que “hay políticos que se dedican a crear información y medios que se encargan de hacer política”. Para Cabezón, “se trata de un círculo vicioso que amenaza nuestro sistema democrático”.
Con el fin de respaldar su argumentario, pone el ejemplo de países con gobiernos populistas (por ejemplo, Brasil) en los que sus mandatarios hacen referencia a poderes externos cuando ellos son el verdadero poder. Asimismo, indica que estos populismos son el resultado del uso de las emociones a la hora de vertebrar una campaña electoral y un programa de gobierno. Finalmente, Cabezón trata la cuestión de las noticias falsas o fake news, recalcando que únicamente el 55% de la población es capaz de distinguir si una noticia es falsa. En consecuencia, una de sus principales labores en Moncloa se centró en mantener reuniones con los representantes en España de las principales redes sociales para garantizar el rigor informativo en las elecciones venideras.
Políticos y medios de comunicación: ¿Condenados a entenderse o a controlarse?. PAULA GUZMAN. Que la existencia de los medios de comunicación es garantía de salud democrática es una verdad indiscutible. La información tradicionalmente ha venido defendiendo y ejerciendo un papel de contrapoder. Ahora bien, tal y como explica el ponente Borja Cabezón, la relación entre la política y los medios es sumamente compleja. Esta relación debe ser fluida y constante, pero se hace cada vez más compleja a medida que se van sumando variables que dejan en evidencia que siempre llega un momento en que los intereses de ambos interlocutores -políticos y medios de comunicación- se superponen. En este contexto, realmente ¿quién quiere controlar a quién?
Lo más sencillo, y de hecho consistente, es interiorizar la tesis de que todo poder intenta operar en secreto y controlar la información. No obstante, como pone de relieve Cabezón, los medios de comunicación, más allá de su tradicional consideración de contrapoder, también ostentan un enorme poder a la hora de generar un determinado caldo de cultivo o clima político. Y ese poder conlleva una responsabilidad que no siempre se ejerce. Los políticos quieren controlar a los medios de comunicación, pero los medios también buscan ejercer un control sobre la política o sobre un gobierno.
Llegados a este punto sobre la relación de amor-odio que mantienen la política y los medios de comunicación, el conferenciante Borja Cabezón introduce un par de conceptos muy interesantes y, sin duda, de candente actualidad: la diferencia entre la opinión mediática y la opinión inmediática y la diferencia entre la opinión pública y la opinión publicada. Definitivamente no son lo mismo y, en muchos casos, escenifican ese momento en que los intereses de unos y otros claramente se superponen y alimentan el debate sobre quién controla realmente a quién: ¿El político a los medios o los medios al político?
En medio de la ecuación de esa compleja relación entre política y medios de comunicación, surge un factor sumamente importante y que resulta cada vez más determinante en el contexto de una sociedad cada vez más polarizada: cualquier persona con un teléfono móvil puede erigirse en “periodista” y tener su propio altavoz a través de las redes sociales. Un altavoz que, como ya hemos podido comprobar en numerosas ocasiones, representa un enorme caldo de cultivo para la propagación de fake news y que no está sujeto a los inherentes preceptos de la profesión periodística de garantizar el rigor y contrastar la información. Surge, de esta manera, otro enorme poder muy difícil de controlar y que pone en jaque tanto a los políticos como a los medios.
El problema no son las herramientas sino el uso que se hace de ellas. Y cierto es también que las redes sociales brindan a los políticos un soporte de incalculable valor para llegar directamente y de forma masiva a los ciudadanos. Un canal desde el que, en cualquier momento, cada día, pueden enviar mensajes directos a los ciudadanos sin pasar por el filtro o la intermediación de los medios de comunicación. Una herramienta que pueden utilizar para acercarse más y mejor a los ciudadanos, para mostrarles distintas facetas que habitualmente no tienen cabida en los medios de comunicación, para resultar más cercanos y para poder mantener un hilo directo de conversación. No obstante, y pese a las nuevas variables de la ecuación, políticos y medios de comunicación seguirán estando condenados a entenderse. ¿O quizá a controlarse?
Políticos genuinos y con vocación. SILVIA MOROTE NIETO. En un contexto actual globalizado donde convergen los canales tradicionales (offline) y la irrupción de innumerables redes sociales (online) con los que se digieren una información política cada vez más vertiginosa, con los que se crea una opinión mediática y hasta “inmediática” publicada -tal y como acuña inéditamente Borja Cabezón-, ha sido más que acertado este inciso ejemplarizante y protagonizado por este politólogo, a través de una disertación socrática con amplia participación del alumnado en este master.
En este sentido, el joven comprometido y experimentado con la gestión pública ha mostrado vehemente su entusiasmo por el mundo de la comunicación y la estrategia política. Y lo ha hecho desde un discurso personal y profesional con dos vertientes muy claras. Por un lado, ha esgrimido su visión y paso como candidato por la política a nivel municipal, nacional e incluso dentro del ámbito europeo. Por otra parte, ha abordado su experiencia como asesor para gestionar campañas, concretamente enfocada al socialista Ángel Gabilondo en la Comunidad de Madrid, sin menoscabo a su trayectoria emprendedora ejercida con alternancia durante estos años.
En este escenario tan complejo para la comunicación política, se han dilucidado varios ejes estratégicos con los que ha analizado la relación inseparable entre los medios de comunicación y los políticos. Borja Cabezón ha destacado que “el poder es la capacidad para hacerse cargo de los ánimos de las personas que vas a gobernar”. Por tanto, el asesor de comunicación ha esgrimido que “la responsabilidad y el ejercicio del poder es el ADN del político”. Ha añadido que “la emoción y la política deben ser compañeros de viaje”. Con ello “el político gana capacidad de elevar su credibilidad personal”, desde una “vocación política que existe y que debe ser real, acompañada de un tono genuino que es el mensaje”. Por eso, ha subrayado que es tan importante y necesario este común denominador entre los políticos y los medios de comunicación para gozar de una buena salud en la democracia. Eso sí, ha remarcado el peligro de que se perviertan o intercambien los roles entre ambos actores sociales. Esto es, “cuando los medios de comunicación juegan a hacer política y en cambio, el poder a tergiversar la información”. Y ese riesgo del que se ha atrevido a señalar como gran perjuicio al sistema democrático político solo tiene un nombre: “populismos”, ha condenado.