La política española vive un momento histórico desde que se iniciase la democracia con la celebración de las elecciones de 1977. La inestabilidad y la incertidumbre son protagonistas de un periodo que, previsiblemente, solo acaba de empezar.
Este miércoles el Congreso tumbaba los Presupuestos Generales del Estado propuestos por el Gobierno de Pedro Sánchez con los votos en contra de Partido Popular, Ciudadanos, Coalición Canaria, Foro Asturias, UPN, EH Bildu, ERC y PDeCAT, sentenciando así una legislatura que comenzó en verano de 2018 tras la moción de censura a Rajoy.
A pesar de esta aparente unidad entre las fuerzas de la oposición, las razones de los partidos que conformaron este nuevo bloque contra el Ejecutivo no fueron unánimes y poco tenían que ver con los PGE. Los motivos económicos y políticos se entremezclaron con la presión por parte de varias formaciones al Gobierno para pedir la convocatoria de elecciones.
Este acontecimiento solo ha sido el último reflejo de una situación política en España muy cambiante e inestable desde hace unos años y que deja todo en el aire sobre el futuro del país para los próximos meses. Si hace una década el bipartidismo era prácticamente incuestionable y el PP y el PSOE se turnaban en el Gobierno casi como en tiempos de Cánovas y Sagasta, ahora cuatro partidos se enfrentan por conseguir el número de votos necesarios para poder formar Gobierno.
A ello se suma el auge de nuevos partidos, especialmente el de Vox, que irrumpió por sorpresa con 12 escaños en el Parlamento andaluz, cuando las encuestas pronosticaban ya con sorpresa que ocuparía uno solo. Este partido crece día a día y solo queda esperar a las elecciones generales para ver si la repercusión que han generado sus políticas en la sociedad en las últimas semanas se refleja en el número de votos.
Y en este contexto político tan inestable ha habido un jugador estrella que ha alborotado muchas de las decisiones que desde las autoridades se han tomado: el movimiento secesionista catalán. Este factor ha sido una de las razones de que los PGE no salieran adelante, pero también el que ha acabado con la confianza de gran parte de los ciudadanos, tanto de un lado como de otro, en sus dirigentes políticos.
La polémica venida por la creación de la figura del relator que gestionase, de alguna forma, las dos posturas enfrentadas fue la última de las muestras de que el problema catalán sigue siendo no solo el jugador importante de la política española, sino también árbitro y una de las principales preocupaciones de nuestros representantes.
Así, finalmente el 28 de abril los españoles se acercarán a las urnas en un año que estará marcado por elecciones autonómicas, locales y también europeas. El electorado votó por última vez a sus candidatos a presidir el país en junio de 2016 y volverá a hacerlo antes de lo previsto como consecuencia de la crisis política que lleva viviendo España desde hace varios años.